Individualizando, la noche decía,
Cada quién en su tramo,
Cada quién en su país.
Y es que ese pedazo de tierra que habitaban,
Eran sus vidas, eran sus sueños.
El tiempo fue pasando,
Las fronteras cada día más lejos.
Calles paralelas a la vida,
Casas dentro de las sonrisas de piedra,
Y Cosas regadas y dispersas a la orilla del río.
Las Calles seguían rumbos imprevistos,
Horizontes difusos y días desesperados.
Las Casas, tenues, como un paisaje interminable.
El sol, todo un testigo del panorama.
Y sin final, las Cosas previstas de amalgamas de palabras.
El humo de la vía se hacía sentir hasta los poros,
Largas caminatas de quimeras.
El letargo diario y el afán del día,
El camino turbio e irreal, decía.
La fusión fue inevitable, dijo.
De repente no había respuesta,
Fríamente terminó la frase diciéndole,
Para que lo sientas; no son historias de vida, sino de calles, casas y cosas.